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El uso de datos, uno de los retos de la emergencia digital

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La revolución tecnológica que hemos vivido los últimos años es innegable. Esta digitalización de la sociedad tiene una parte positiva pero también ha desencadenado una situación de gravedad con grandes retos a solucionar. Uno de los más importantes es el impacto de la brecha digital, que ya tratamos en un artículo anterior. El otro, es el uso que se hace de la cesión de datos, en el que nos centraremos en este artículo.

La cesión de datos es nuestro pan de cada día. Las herramientas que utilizamos para trabajar, las aplicaciones que nos permiten estar conectadas todo el día, las webs a las que accedemos para buscar ocio…hemos normalizado ceder datos personales para poder hacer ‘vida normal’, digitalmente hablando. Y tal como se dice,  cuando algo es gratuito es porque nosotros somos el producto.

Otro tipo de colonialismo

Los datos se han convertido los últimos años en un nuevo tipo de mercancía, un nuevo modelo de negocio. La venta de nuestras cookies, la actividad en las redes sociales, nuestras preferencias, etc.. se convierten en objetivo y dependencia para ser analizadas o para detectar quién las posee.

El historiador Yuval Noah Harari compartía durante el Mobile World Congress (MWC) del 2021 la preocupación por lo que él denomina “un nuevo tipo de colonialismo”. Harari expone que gran parte del planeta se está convirtiendo en un mapa de colonias de datos que traspasan información a “centros imperiales” en China y en los Estados Unidos, los dos países más avanzados en inteligencia artificial y herramientas de control.

Por todo esto, ya hace tiempo que se habla de autoritarismo digital, concepto que define el control social mediante las herramientas digitales (y los datos que se vuelcan) i de emergencia digital, término que hace referencia a la gravedad de esta situación. Lo más preocupante, señala el historiador, es como la concentración de datos entre Washington y Pequín está dividiendo el mundo en dos bloques, otra  vez: “es una nueva Guerra Fría”.

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Políticas más responsables y transparentes en el uso de datos

Al igual que se toman medidas para reducir la brecha digital, la Regulación General de Protección de Datos (GDPR en inglés) entró en vigor a mediados de 2018 para unificar, simplificar y endurecer la protección de datos para toda la ciudadanía dentro de la Unión Europea (UE).

Este nuevo régimen acordado por el Parlamento Europeo, el Consejo de la Unión Europea y la Comisión Europea, amplía el ámbito de aplicación de la legislación vigente a todas las empresas de fuera de la UE que traten datos de residentes.

La GDPR amplía también la definición de lo que son datos personales: los identificadores online y la información económica, cultural o de salud mental también se consideran información de identificación personal. Este nuevo régimen, pues, tendría que garantizar la protección de nuestros datos personales, pero…¿se aplica realmente?

Do you know where your data is? Beyond GDPR: Data residency must-*knows from around the world, un estudio realizado por McAfee – una de las empresas de ciberseguridad más grandes del mundo -, concluye que la mayoría de las organizaciones no tienen claro donde se almacenan sus datos.

El análisis, basado en una encuesta a ochocientos altos cargos de diferentes industrias y ocho países diferentes, muestra que solo el 47% de las empresas controla donde están son sus datos en todo momento y que tan solo el 2% de los directivos entiende bien las leyes que se aplican a su organización, en relación a la protección de datos.

Aun así, el estudio también revela que las compañías valoran positivamente este endurecimiento en la regulación, puesto que beneficia a las usuarias pero también a sus resultados empresariales. Aprovechando esto, es importante que las organizaciones se impliquen para cumplir la legislación, pero, tal y como señala el jefe científico de McAffe Raj Samani, “muchas compañías tienen que superar obstáculos a corto plazo para adaptarse a las normas, como por ejemplo reducir el tiempo que tardan a denunciar una brecha de seguridad”. ¡Y es que actualmente tardan una media de once días a reportar una!

La privacidad es fundamental para disfrutar de una sociedad justa e igualitaria

Desde hace unos años, los gobiernos europeos han empezado a invertir en empresas de ciberseguridad. Con el objetivo de garantizar una sobiranía digital europea y basándose en principios como la transparencia, la UE ha iniciado proyectos como GAIA_X dónde han trabajado en el desarrollo de una federación de infraestructuras de datos abierta. Pero la dependencia de las grandes infraestructuras digitales que están en manos de corporaciones-estado ha hecho que proyectos como este acaben colaborando con Google, Amazon o Microsoft, y por tanto pierdan la esencia de su objetivo.

Más allá de la aplicación de la GDPR o de la viabilidad de otras iniciativas, el historiador Yuval Noah Harari nos da su hoja de ruta para controlar el autoritarismo digital:

  1. «Que los datos que se recopilan sobre mí se utilicen para ayudarme y no para manipularme».
  2. «No permitir que los datos se concentren en uno o dos lugares en el mundo».
  3. «Si aumenta la vigilancia de los individuos , tiene que aumentar también la capacidad de vigilancia de estos a las  los gobiernos y las empresas».

En esta misma línea, para Cristina Colom,  la tecnología se tiene que poner al servicio de las personas. La directora de la Digital Future Society, cree que la la agenda digital del futuro tiene que tener al ciudadano como centro y tiene que ser más sostenible, equitativa y con servicios tecnológicos enfocados a la sociedad, a los derechos y necesidades de las ciudadanas y ciudadanos. Y hace falta que se trabaje de forma conjunta y se involucren instituciones, administraciones, sector privado, medios de comunicación, etc..Es necesario avanzar en la creación de estándares internacionales y de códigos de buenas prácticas en un contexto de cooperación digital.

Está claro que tenemos que actuar colectivamente y, sobre todo, intentar hacer pequeños pasos en nuestro cotidiano para utilizar herramientas y aplicaciones alejadas de los llamados GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft). Quizás no pararemos el desarrollo de la inteligencia artificial, pero sí que nos podemos adaptar a ella protegiendo nuestros derechos y libertades.

Como concluyó Harari en el Mobile World Congress “la ciencia y la tecnología proporcionan herramientas, pero las herramientas por sí mismas no nos dicen qué hacer con ellas. Se puede utilizar la IA para crear una dictadura digital o para crear el mejor sistema sanitario del mundo. Es una cuestión política y ética que deben decidir los humanos.»

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