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El transporte de datos contamina, ¡y mucho!

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La activista de 16 años Greta Thunberg ya ha llegado a la Cumbre del Clima que se celebra esta semana en Madrid. Lo ha hecho desde Virginia (EE.UU.) viajando con diferentes medios de transporte poco contaminantes para concienciar sobre la polución que provocan los transportes tradicionales. 

En Somos Conexión queremos aprovechar este gesto simbólico pero poderoso para poner el foco sobre otro tipo de transporte que también genera mucha contaminación, y que en cambio es muy poco conocido: el transporte de datos.

Cierto, internet contamina… pero también ayuda a concienciar y a ahorrar energía 

Greta ha hecho buena parte del trayecto en un barco de vela. Desde el medio del océano Atlántico, ha publicado algunas fotografías en redes sociales. A juzgar por su canal de Instagram, la chica se está convirtiendo en una auténtica marinera. Lo que quizás ni la misma Greta sabe es que la simple publicación de estas fotografías en internet tendrá una huella sobre el medio ambiente.

Evidentemente, no queremos sonar alarmistas ni intransigentes. Está muy bien que la joven activista comparta su viaje, ya que el trabajo de sensibilización amplificada por las redes sociales puede tener una incidencia mucho más positiva para el medio ambiente que el hecho de no publicar nada. 

También hay que remarcar que la aparición de internet ha supuesto un gran ahorro tanto en lo referente al transporte de personas y comunicaciones, como por la optimización de los procesos y las toneladas de papel que se ahorran. Sin embargo, hay que empezar a ser conscientes de que los nuevos hábitos de uso de Internet son muy contaminantes.

El vídeo, el monstruo devora datos

La generación de la Greta quizás desconoce que si antes querías ver una película, tenías que salir de casa y dirigirte a un lugar llamado videoclub para alquilarla. Y que lo que te llevabas a casa era una cinta vhs en una caja del tamaño de un cartón de leche. 

Ahora simplemente enciendes el móvil, la tablet o la smart tv y abres Neflix, o Youtube, o Whatsapp… esa sensación de inmediatez y de simplicidad nos lleva a consumir más y más vídeos. Esto lo sabe muy bien Netflix que centra sus esfuerzos en mejorar lo que en jerga se conoce como la experiencia de usuario. El ritual de entrar en el videoclub y darse algunas vueltas por los pasillos ha sido sustituido por listados digitales por los que navegamos a golpe de pulgar. Y el tendero que nos aconsejaba ha sido sustituido por un algoritmo que te aconseja de acuerdo con tus últimas visualizaciones.

Pero porque decimos que el vídeo es un monstruo devorador de datos? Cuando hacemos cualquier actividad en internet estamos haciendo que unos datos (bytes) almacenadas en lugares como USA, Suecia o Japón viajen miles de kilómetros mediante energía eléctrica hasta nuestros dispositivos, y todo ello tiene un triple coste energético.

  1. Las granjas de datos: como explicamos en este artículo sobre la nube, este concepto amable, etéreo y lejano invisibiliza la existencia de ordenadores que ocupan edificios de miles de hectáreas donde se almacenan los datos en formato físico y que consumen grandes cantidades de energía, sobre todo para refrigerar.
  2. La infraestructura de antenas y cables que también necesitan energía eléctrica para funcionar, y que equivaldrían a las carreteras por donde circulan los datos.
  3. Los dispositivos (móviles, ordenadores, televisores, routers …) que gastan parte de su energía en captar y reproducir los datos.

Fuente: Clicking Clean: How companies are creating the Green Internet?Greenpeace 

Todo el uso de internet contamina, pero el hecho diferencial lo encontramos en la reproducción de vídeo, el formato de información más denso. Cuando se te agotan los datos antes de llegar a final de mes, lo más probable es que sea por culpa del vídeo de los gatitos que te enviaron el otro día por Whatsapp. 

Este año, un informe de un think tank francés llamado The Shift Project concluía que todas las descargas de vídeo realizadas durante 2018 a nivel mundial habían producido unos 300 millones de toneladas de CO2: el equivalente a toda la contaminación que emite España.

Para explicarlo de una forma más comprensible: según el Instituto Nacional de Estadística pasamos 4 horas diarias ante la televisión (tablet, proyector …). Ver 4 horas de vídeo en alta calidad a través de internet emite 12,8 Kg de CO2, que equivale a hacer un viaje de 50,4 Km. en coche.

El problema es que, lejos de tomar conciencia, cada vez consumimos más vídeos y demandamos más calidad. Hemos pasado de las bajas resoluciones de los primeros años a ver vídeos en HD, 4K, 360º, y a saber lo que nos deparará el futuro. Formatos que pesan cada vez más y que con la llegada del 5G podrán consumirse sin ningún tipo de retraso ni interrupción. La pregunta que hay que hacerse es: realmente necesitamos ver un vídeo de gatitos en 4K? 

¿Y yo qué puedo hacer?

Si Internet fuera un país, sería el sexto más contaminante del mundo. «Podría ser peor», pueden pensar los más optimistas, pero a la velocidad que crecen nuestras demandas de consumo hace pensar que en pocos años este país llamado Internet acabará colandose en el Top 3 de los más contaminantes.

Además del triple coste energético que ya hemos analizado (los centros de datos, las redes de comunicación y los dispositivos), debemos tener en cuenta un cuarto factor contaminante: la energía necesaria para fabricar todos los equipos anteriores y los residuos que esto genera.

Esto nos lleva a poder actuar desde diferentes vías, algunas relacionadas con el consumo y otros con los hábitos de este consumo. Como ya hemos explicado en otros artículos, «Borrar correos electrónicos puede salvar el planeta”,este primer gesto, es simple y evitará generar 10 gramos de CO2 anuales. Otro pequeño gesto es alargar la vida de los teléfonos móviles y los dispositivos electrónicos. Si los reciclamos y reparamos evitaremos generar un residuo y el coste energético de producir uno nuevo (unos 23,5 kg de CO2).

También podemos intentar evitar los mensajes con imagen y desconectar los datos del móvil cuando sea posible o el router por las noches.

En cuanto al monstruo de los datos, el vídeo, recomendamos descargar vídeos con menos resolución y conectarse siempre que sea posible al wifi, ya que contamina menos que descargar los vídeos a través de los datos del móvil. 

El primer paso es tomar conciencia de que el transporte de datos tiene una huella de carbono menor que el transporte de personas, pero que no es inocuo. Que, como bien explican en el blog de National Geographic, subir una foto diaria en Instagram, almacenar archivos en la nube o tener la bandeja del mail llena ayuda a generar el 2% las emisiones globales. .Sabemos que pensar esto puede estresar un poco, pero llegados a este punto del artículo seguramente ya has sacado algunas conclusiones de cosecha propia sobre cómo reducir tu huella ecológica. Porque no hay que cruzarse el océano en barco de vela para ayudar a revertir la emergencia climática.


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