Crecer en un mundo de pantallas
Cuando, en el marco de la crisis ecosocial que atravesamos y que está dibujando nuestro futuro en este mundo, abrimos el melón de las telecomunicaciones, nos pueden asaltar muchas preguntas. Seguramente muchas de estas dudas están relacionados con nuestras experiencias de consumo.
¿Cómo nos podemos desconectar de las pantallas y a la vez estar conectadas con la gente?
¿Qué elementos tienen que construir nuestro uso de los móviles y redes sociales para hacerlo más responsable, con nuestra salud pero también para contribuir a la transición ecosocial?
¿Cómo lo hacemos para, sin olvidarnos de nuestra práctica cotidiana, fortalecer y extender una mirada crítica hacia el modelo de producción y distribución de aparatos electrónicos?
¿Y cómo acompañan, aquellas personas que tienen niños y adolescentes a cargo, a los menores a tomar conciencia del impacto de las pantallas y a conseguir una relación más sana?
Este último interrogante, precisamente, fue el punto de partida del taller “Crecer en un mundo de pantallas”, dentro de la primera edición de la [esc]hola. Lo dinamizaron las expertas en el tema Café y Social Mèdia, y Mercè Botella, psicóloga, socia fundadora de Somos Conexión y autora de las guías “Guía para familias crueles y malvadas”, “Despantállame” y “Reto sin móvil para familias”.
La [esc]hola es un proyecto de formación y encuentro, impulsado por Som Energia, Som Mobilitat y Somos Conexión. Tuvo lugar el fin de semana del 8 al 10 de noviembre del 2024.
Los límites invisibles
Para abordar el impacto en el planeta del uso de los móviles -y la tecnología en general-, las talleristes pusieron sobre la mesa datos, imágenes, artículos que abordaban varios ejes. Señalaron hechos como:
- Las toneladas de desechos electrónicos que a menudo van a parar en países del Sur Global. Esta cantidad de residuos, explicaban, además de ser la “prueba del consumismo desenfrenado”, tienen un fuerte impacto en el lugar donde se abocan, “como el riesgo de toxicidad de la población por la contaminación de las aguas a causa de los metales”. A modo de ejemplo, una sola batería de móvil hecha de níquel-cadmio, puede contaminar hasta 50.000 litros de agua.
-La extracción de los minerales que se usan para la fabricación de dispositivos móviles “implica un gran impacto ambiental” (erosión del suelo, contaminación del agua y el aire, necesarios por la vida) y la explotación de las personas que trabajan, a menudo niños, en unas condiciones inaceptables. - El consumo eléctrico que precisan los servidores y centros de datos para funcionar, y la refrigeración necesaria para compensar el calor que emiten. Una cifra representativa, que nos proponían para hacernos una idea, es la del consumo energético de un gran centro de datos en EE. UU., que se equipararía con el de 80.000 hogares.
Uso responsable
Pero la fabricación, distribución y uso de la tecnología digital, aparte del impacto ambiental, genera un gran impacto social.
En concreto la tecnología móvil, ha desplazado nuestros hábitos y rutinas, y se ha puesto en el centro de nuestras vidas. Se ha convertido casi en un apéndice de nuestros cuerpos, haciéndonos muy dependientes. Siendo niños y adolescentes un grupo de población especialmente vulnerable.
Iris Roch y Mercè Botella son expertas en las propuestas enfocadas a este sector, y al atender las preocupaciones de las familias al respeto, aseguran que para mirar esta problemática a la cara y acompañar a los menores en un uso más saludable, es importante que las adultas pongan conciencia y se replanteen algunos hábitos
Calcular las horas de consumo personal diario (excluyendo el contexto laboral) que dedicamos, cuidar y filtrar más la gestión de la información que consultemos y los contenidos que guardemos en el móvil, o incluso intentar ser más críticas con la relación que establecemos con las grandes empresas tecnológicas… son prácticas que nos pueden ayudar a ser más coherentes cuando queramos poner límites a las más pequeñas.
Y en cuanto al acompañamiento que se hace a los menores en el uso del móvil, hicieron énfasis en dos vertientes:
- el acompañamiento individual y familiar, que tiene el origen en los vínculos interpersonales y en la crianza y educación que transmitimos en casa y en el día a día. En Somos Conexión tenemos muy presente que es una tarea difícil, y que a menudo nos hace sentir enfrentadas con el resto del mundo, o muy condicionadas por el entorno. Por eso, los últimos años hemos elaborado tres guías que quieren dar consejos y propuestas para hacerlo más fácil:
– Para criar sin pantallas de los 0 a los 3 años, tenemos la guía Despantállame
– Para una incorporación progresiva del primer móvil, La guía para familias crueles y malvadas
– Y hace poco hemos publicado el Reto sin móvil para familias, que tiene el foco puesto en la adolescencia y se inspira en el No Phone Challenge llevado a cabo por el profesor de instituto Telmo Lazkano con sus alumnos de 4.º curso de la ESO. - el acompañamiento social hace referencia a todas aquellas prácticas que se hacen desde el ámbito educativo formal, o que implica la organización de más personas para llevarlas adelante. En este eje queremos remarcar el papel de las familias preocupadas que han hecho redes y plataformas por todo el territorio, para pedir cambios tanto en los centros educativos en cuanto al uso de las tecnologías digitales, y también han exigido cambios legales más restrictivos con los móviles. Un ejemplo es la plataforma Adolescencia libre de móviles, organizadas ya como asociación.
El reto para el futuro
La necesidad imperante de dejar de presionar los límites planetarios y el deseo de recuperar agencia en nuestras vidas nos plantean una tensión entre el objetivo asumible de reducir el consumo relacionado con el uso de las pantallas y el miedo de perder acceso a la información y la comunicación digital que esto nos podría llevar.
Según Iris Roch i Mercè Botella, resolverlo es posible, pero hay que ponernos a trazar este camino, y andarlo. Hay que focalizar y priorizar los hábitos que tenemos que cambiar a escala social, mientras encontramos maneras de trasladar este mensaje de manera “seductora” a nuestro entorno, para que no sea un camino que hace cada cual, individualmente, sino que acontezca un reto colectivo.
Artículo basado en el texto publicado por Iris Roch en la web de Café y Social Media.