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¿Cómo funciona el mercado de las telecomunicaciones?

  • Som Connexió

En épocas de vacaciones, como las que se acercan, las compañías de teléfono a menudo te regalan un montón de GB gratuitos. 

Así, sin más. Porque sí. 

¡Pero si ya llevas 20 gigas acumulados del mes anterior! ¿Qué harás con tantos gigas que no has pedido y que no gastarás?  

¿O si? ¿Cómo es posible que tu empresa de telecomunicaciones te haga una oferta similar y lo haga tan a menudo? ¿Qué hay detrás de todo esto?

En Somos Conexión hemos descubierto algo.

Cada vez que nuestros proveedores nos regalan gigas (nosotras trasladamos la oferta a nuestras usuarias) consiguen que un porcentaje de nuestras consumidoras decida contratar tarifas con más datos. En otras palabras, logran crearnos nuevas necesidades. 

¿Un bien básico?

Y es que la telefonía móvil y el Internet son servicios que casi todo el mundo necesita y compra: da igual el lugar donde vivas o cuál sea tu capacidad económica. Hoy en día, son casi imprescindibles para todo: desde el trabajo a la educación, pasando por el ocio o las gestiones administrativas. 

Por tanto, como estos dos servicios son casi una necesidad -pero no están cubiertos de manera pública-, la mayoría de operadoras que los venden lo intentarán todo para obtener el máximo beneficio.

Por suerte, nos encontramos en un mercado de la competencia ideal: con multitud de empresas que luchan por ofrecer unos buenos servicios a un buen precio, lo que beneficia a las consumidoras. ¿A que si?

Evidentemente, no. Aunque aparentemente hay infinidad de marcas con las que puedes contratar una línea de teléfono o internet, son 4 las grandes operadoras que acaparan el mercado estatal de las telecomunicaciones. El 95% del total de líneas de banda ancha y móvil, y más del 70% de los ingresos registrados por el sector durante 2021, corresponden a Movistar, Orange, Vodafone y MásMóvil.

De hecho, hay muchas marcas que han pasado de ser pequeñas operadoras independientes a estar en manos de los grandes grupos empresariales. 

Y no sólo eso, sino que la concentración también está afectando a las grandes: MásMóvil y Orange han acordado recientemente su fusión en una operación de casi 20.000 millones de euros. Esta dinámica permite a los grandes grupos marcar los precios haciendo que las pequeñas operadoras -que utilizan la infraestructura de las grandes, y por tanto, dependen de ella- se vean afectadas.

En Somos Conexión creemos que el futuro pasa por sacar internet y la telefonía móvil de las lógicas del mercado y convertir la conectividad en un bien público, pero mientras esto no llega, esta cooperativa es uno de los pocos agentes que permiten hacer uso de las telecomunicaciones sin que haya un lucro detrás.

Porque en Somos Conexión queremos cambiar la forma de entender internet, o en otras palabras, queremos cambiar su capa cultural.

¿Suena raro? Mejor te lo explicamos de la mano de uno de los participantes en la primera edición de la Escuela de Somos Conexión: Efrain Foglia.

Las telecos: una cebolla con muchas capas

Telecomunicaciones es todo el volumen de información que viaja a través de cables, fibra u ondas electromagnéticas. 

Pero es, en realidad, mucho más: hay varias capas de lo que podemos llamar “telecomunicaciones” que se superponen las unas sobre las otras

Efrain Foglia, investigador, docente y miembro fundador de Guifi.net y Exo.cat, nos lo explicaba de manera muy clara en la Primera Escuela de Somos Conexión:

  • Capa física: debajo de todo encontramos el cableado y las máquinas que hacen posible el acceso a la red
  • Capa lñogica y de servicios: a continuación encontramos los servicios, lo que las operadoras te ofrecen: gigas, fibra, móvil…
  • Capa de contenidos: la siguiente capa la conforma todo lo que vamos a buscar en internet: desde nuestro correo personal hasta complejos servicios de gestión domótica, pasando por las redes sociales, las plataformas streaming, los archivos en el cloud de nuestro trabajo y un largo etc.
  • Capa cultural: la última capa consiste en cómo explicamos las operadoras y cómo entendemos las usuarias qué es internet y qué uso hacemos o queremos hacer de este.

Y cada una de estas capas es un territorio en disputa.  

En el marco económico actual, cuando decimos disputa, decimos competencia. Competencia entre empresas operadoras por tener un mayor volumen de ingresos o un mayor número de clientes. Y esto marca la oferta de estas operadoras. Una oferta que va y viene dentro de un mercado que se reparte entre unas pocas operadoras y que trabaja en todas las capas.

Los servicios de telefonía e internet, además de ser indispensables, son casi homogéneos: todas las empresas que los comercializan venden los mismos productos con pocas diferencias, lo que hace complicado a las marcas de diferenciarse. ¿Cómo lo hacen? ¿Cómo se reparten el pastel? O más bien, ¿cómo se le disputan?

La capa física, una regulación hecha a medida por las grandes

En la capa física encontramos la propia infraestructura que las operadoras deben desplegar y mantener. Es esto lo que realmente venden estas empresas, y cómo ya hemos comentado el producto es siempre el mismo: cables, antenas, módems, etc.

Aquí encontramos el primer problema, puesto que realmente sólo 4 operadoras tienen permiso del regulador para instalar antenas de móvil, lo que ya decanta la balanza. Obviamente, éstas son las 4 grandes (MásMóvil, Vofadone, Telefónica y Orange).

Por si fuera poco, la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) basándose en la premisa de la competitividad, sitúa en el mismo plano a todas las operadoras, obviando el tamaño de cada una. 

Por ejemplo, Somos Conexión trabaja con la red de fibra de MasMóvil. Pero hay territorios aislados a los que MásMóvil no llega. Si Somos Conexión quiere ofrecer conexión en estos territorios, debe trabajar con las empresas que tienen despliegues en ese territorio (normalmente Telefónica).

Aunque desde 2010 Telefónica tiene la obligación de alquilar su instalación de fibra a precio regulado en aquellas poblaciones a las que no llega internet, hay una serie de municipios considerados “excepciones”, donde esto no ocurre.

¿Por qué? Pues según la CNMC, para «garantizar la competitividad» en estos territorios: como ya hay un mínimo de empresas proveedoras de conexión, sería competencia que hubiera una más económica.

Así, aunque Somos Conexión, por su peso dentro del mercado no debería ser considerada, la ley la contempla como competencia al mismo nivel, obligándola a cumplir con los mismos requisitos que las grandes. 

En definitiva, lo que ocurre es que la regulación acaba favoreciendo a los grandes grupos.

En respuesta a esto, varias entidades que apostamos por un acceso a internet con vocación de servicio público (Punt d’Acces, Somos Conexión y Guifinet) hemos creado las redes Xaneta en Valls y Greta, en Ascó y Flix. Son redes mancomunadas para garantizar la conexión a través de una infraestructura propia y única, a un precio más justo, puesto que el alquiler en las infraestructuras de Telefónica es muy caro y aumenta año tras año.

La capa lógica: ofertas engañosas y tecnologías innecesarias

En la capa lógica encontramos la forma en la que nos hacen llegar los servicios. Aquí encontramos un primer intento de diferenciación. Cuando una empresa saca un nuevo producto (gigas compartidos, datos ilimitados…) durante un tiempo puede tener un producto algo diferenciado, pero tarde o temprano el resto de empresas lo acaban copiando.

Y si solo fuera eso, todavía. Pero en el juego de la competencia «todo vale». Y las grandes empresas utilizan varias estrategias, que pasan, muchas de ellas, por engaños hacia sus usuarias.  

Ofertas de telefonía

Por ejemplo, con las ofertas y cambios constantes de precios, paquetes de servicios o los ya mencionados bonos de regalo. Que recibamos estos mensajes tan a menudo nos hace pensar que los servicios que nos ofrecen son cada vez más baratos y accesibles, y que el precio de las telecomunicaciones no ha parado de caer en los últimos años.

La realidad es que, en los últimos 4 años, el precio que pagamos las usuarias sólo ha descendido un 5%. Esto se explica porque las ofertas sólo se aplican cuando llegas a la operadora en cuestión, y después, esa misma operadora te sube el precio de forma paulatina. Tal y como explicábamos en el siguiente artículo, además de la letra pequeña en las ofertas, las operadoras utilizan otras estrategias psicológicas para captarnos.

Pero las operadoras no sólo viven de las ofertas, sino que también tratan de competir en tecnología. El ejemplo más claro: el 5G.

Pero ay… el 5G, amigas, también lo podemos etiquetar como “discurso engañoso”, porque, como explica Foglia, es una tecnología implementada para crear un espejismo de “progreso tecnológico”, pero que realmente no es más que un negocio, y en cierto modo, un despliegue geopolítico que pone a competir comercialmente China con Europa y Estados Unidos.

«Se empezó a vender antes de que fuera una realidad viable», asegura Foglia, «como una estrategia comunicativa basada en un mensaje de velocidad: con el 5G todo será más rápido, y permitirá el desarrollo del llamado internet de las cosas (impresión 3D, robótica y telemedicina, realidad virtual, etc).»

Con el 5G parece que el internet “vuele”, y esto actúa como reclamo para los consumidores, que para tenerlo deben cambiar sus móviles. Pero ni las mismas operadoras saben cómo explotarlo: ¡es demasiada velocidad! Puede pasar mucho tiempo hasta que podamos sacarle provecho desde nuestros dispositivos.

Además no opera en una frecuencia libre, tiene licencia, es decir, es privativa, cerrada. El 5G, en definitiva, es un cambio tecnológico que provoca obsolescencia con el anterior e impide que haya iniciativas comunitarias basadas en la anterior red ya consolidada. Dos cosas que interesan al mercado privado, pero que se han vendido como mejoras en nuestras vidas.

La capa de contenidos: ¡viva el fútbol!

En la capa de contenidos también encontramos un intento de diferenciación.

El ejemplo más claro es Movistar que ofrece televisión con series y programas propios.

Sin embargo, en los últimos años las otras operadoras han encontrado la forma de competir en esta capa ya sea paquetizando canales de pago en una televisión propia, ya sea añadiendo plataformas ya existentes (Netflix, HBO, Disney Plus…) a su oferta.

Pero hay un tipo de contenidos que desata más pasiones, lágrimas y alegrías que cualquier película o serie: hablamos obviamente del fútbol.

El fútbol, la más importante de las cosas poco importantes, como decía Valdano.

Pues para ser poco importante, a los usuarios de Movistar les cuesta mucho mucho dinero. Sólo por la 1ª división de la liga española (no hablamos de Champions o las ligas de otros países) Movistar y la plataforma DAZN han invertido 5.000 millones de euros por los derechos de los próximos 5 años

Si estás con esta operadora, y, por lo que sea, no te gusta el fútbol (o no te gusta lo suficiente como para ver todos los partidos…) que sepas que entre todas estáis pagando un pequeño sobrecoste de nada…

La capa cultural, la gran mentira

Y por último, encontramos la capa cultural. Aquí es donde se libra la «gran batalla» y es en donde Somos Conexión es realmente diferente.

Las operadoras utilizan esta capa para diferenciarse en la mente del consumidor, pero realmente sus discursos están vacíos. Son cartón piedra. Lo único que realmente importa a estas operadoras es sacar el máximo jugo a los distintos públicos a los que se dirigen. Lo único importante es el lucro.

Por ejemplo, las 4 grandes operadoras quieren que pienses en internet como algo muy complicado y tecnológico que mejor dejar en manos de «profesionales». Basta con ver sus anuncios y las terminologías que utilizan: «la tecnología más avanzada…», «ahora con tecnología 5G…», «la fibra más rápida…». Esto les sirve de excusa para ofrecer sus productos a precios muy elevados al tiempo que mantienen un servicio de atención deficiente.

Otras submarcas juegan a la contra, poniendo de relieve que sus usuarios, y no la tecnología, son el centro de todo, por lo que les tratan un poco mejor. Aquí encontraríamos a Pepephone (submarca de Más Móvil) o O2 (submarca de Telefónica).

Otros se venden como marcas «jóvenes» como Lowi (Vodafone) o Symio (Orange). Centran sus discursos en el uso intensivo de internet que hacen los jóvenes y los nativos digitales. Además, utilizan un lenguaje más juvenil y moderno, muestran a jóvenes en sus anuncios, utilizan influencers…

Pero al fin y al cabo , todo está al servicio de los gigantes, que poco tienen en cuenta tus necesidades.

Lo explicábamos en este artículo sobre la estrategia multimarca, donde mostrábamos cómo cada operadora utiliza las marcas de forma diferencial según el público que quieren convencer. 

Y aquí es donde Somos Connexió es diferente. No sólo porque no tenemos ánimo de lucro ni somos propiedad de ningún grupo, sino porque nuestro propósito pasa por poner en el centro a las personas -trabajadoras y consumidoras- y al planeta.

Y nosotros nos lo creemos.

Colonialismo digital y tecno-feudalismo, o cómo el internet domina nuestras vidas

Como explicábamos al principio, las telecomunicaciones se han convertido en un bien básico. Muy a menudo las necesitamos más de lo que quisiéramos.

Con esta última idea, la de la necesidad, nos preguntamos: ¿hay que tener realmente vidas tan ligadas a las telecomunicaciones? Como explica Roberto Casati en el libro Elogio del papel traducido por Xènia Amorós Soldevila y editado por Pol·len Edicions (podéis encontrar un fragmento de la introducción en abierto en Crític) el mundo actual va regido por una máxima: “Si es posible que determinada cosa o actividad migre hacia lo digital, debe migrar”.

Como si no hubiera alternativa, ¿nos hemos quedado sin imaginarios comunicativos más allá de internet? En Somos Conexión opinamos que no, pero que a la vez, como Casati también señala, estar en contra del colonialismo digital (término que aparece también en este artículo de nuestro blog)–y todas las lógicas de mercado que lo impregnan-, no quiere decir negar los usos de las telecomunicaciones que podemos realizar desde las que ponemos una mirada crítica.

Ilustración de la portada del libro «Elogio del papel» de Roberto Casati, publicado por Ariel.

Y para terminar… lanzamos otro concepto: el tecno-feudalismo. ¿Te suena?   

Es una tesis que explica que el capitalismo puede estar evolucionando hacia formas feudales. En este caso, los “nobles” (aquellos que en la pirámide del feudalismo se enriquecen a expensas del resto), serían los propietarios de las grandes empresas tecnológicas. Y el resto, todas aquellas que pagamos nuestro “derecho” a utilizar sus plataformas con todos los datos personales que recogen desde nuestros dispositivos electrónicos. 

Así, cada vez que encendemos el teléfono, hacemos una compra online o hacemos una búsqueda en Google, estamos trabajando para estas grandes empresas tecnológicas, que sacan rédito económico de la información que les damos sin darnos cuenta. Y no es poca cosa: ¡Amazon o Google son ya más ricos que algún país del G20!

Si somos capaces de ver cómo este mercado intenta gobernar nuestras decisiones, también podremos hacer un uso más consciente de las telecomunicaciones.

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