Desconectados: el impacto de la brecha digital
De que hablamos cuando hablamos de brecha digital? Hablamos de una desconexión parcial o total del acceso a la vida digital. El efecto de esta desconexión es la distanciación social y de acceso a oportunidades y servicios básicos que se genera entre aquellas personas que tienen acceso a las tecnologías y a internet, y las que no.
Actualmente, 1’8 millones de hogares en España sufren esta brecha digital según expone el último estudio Evolución de la cohesión social y consecuencias de la Covid-19 en España, de Cáritas y la Fundación Foessa. El estudio explica que una parte de esta desconexión se debe a la carencia de aparatos y dispositivos necesarios (79%) y otra por no tener un acceso adecuado a la conexión a internet (21%). Hoy hablamos del impacto que esta desconexión no deseada tiene sobre la vida de las personas y sobre como las iniciativas populares pueden poner freno.
Una brecha con muchas caras
Con la extensión y el desarrollo de internet, ha llegado el mundo digital. La revolución tecnológica ha traspasado la esfera privada y los adelantos tecnológicos también se han instaurado en las esferas públicas: la administración, la educación, la sanidad, los servicios básicos, etc. La vida, o como mínimo la gestión de esta, se ha tecnificado. Es prácticamente imposible vivir en una comunidad convencional a día de hoy al margen de la tecnología.
El problema es que, más allá de lo que quiera o no cada persona, el acceso a estos adelantos no es universal y esto ha creado una nueva forma de exclusión social llamada brecha digital, entre los que tienen acceso a la tecnología, y los que no.
Esta carencia de acceso a internet representa un auténtico obstáculo y aumenta las desigualdades en muchos aspectos: el conocimiento, la participación ciudadana, la educación, las oportunidades laborales, etc. Tres factores principales son los causantes de esta brecha digital:
- El estrato socioeconómico
- La edad
- El territorio
El factor principal es el nivel socioeconómico: los expertos alertan que este es el factor que hace crecer con más rapidez la brecha digital. Del mismo modo que las regiones más pobres del planeta disponen de recursos limitados para que sus habitantes puedan acceder a las tecnologías de la información, en las ciudades como por ejemplo Barcelona, los barrios con rentas altas tienen una media de 6 aparatos móviles en casa, mientras que en los de renta baja es de 4,8. Las personas con más recursos económicos tienen facilidad de acceso a ordenadores, y dispositivos móviles, mientras que las personas con menos recursos tienen dificultades para acceder.
Recordaréis como, durante el primer confinamiento de la pandemia, se visibilizó muchísimo esta realidad en el ámbito educativo: miles de niños quedaron descolgados de la posibilidad de continuar con el curso de forma digital, puesto que no tenían ni dispositivos disponibles en casa ni conexión garantizada en su domicilio. Para hacer frente a aquella situación nació un movimiento solidario y de apoyo mutuo para conseguir dispositivos en desuso y hacerlos llegar a las familias que lo necesitaban e incluso se generó toda una campaña para abrir redes de wifi privadas para facilitar que el vecindario las pudiera utilizar.
En lo referente a la conexión, en el 2022 se publica el ya citadoinforme de FOESSA que señala que la desconexión digital afecta en 1,8 millones de hogares de forma habitual en todo el estado. Este aislamiento tecnológico impide que los afectados puedan formarse a distancia, realizar trámites en línea para solicitar ayudas, o acceder a ofertas de trabajo que solo aparecen en el entorno en línea, por poner 3 ejemplos básicos, cosa que hace crecer todavía más las desigualdades sociales. Es un pez que se muerde la cola.
La edad es otro factor importante: entre el colectivo de gente mayor (mayores de 74 años), solo el 14% de los hombres mayores y el 10% de las mujeres mayores utiliza internet a diario, mientras que en otras franjas de edad es una herramienta imprescindible en el día a día. Este factor está muy relacionado con la carencia de competencias digitales del colectivo de gente mayor. Uno de los ejemplos más actuales es su dificultad para gestionar las finanzas, puesto que la mayoría de entidades bancarias, debido al cierre de sucursales y reducción de formas de atención a través de la “ventanilla”, están obligando en la población a gestionar sus finanzas de manera virtual. Ante una administración y unos servicios cada vez más digitalizados, es necesario poner herramientas para que ningún colectivo se vea afectado por una nueva forma de exclusión social.
El último factor es el geográfico: Por ejemplo, la diferencia entre las zonas urbanas y las rurales. Todavía existen zonas rurales sin conexión a internet o con un acceso muy limitado. En cambio, en las zonas urbanas los despliegues de cableado se duplican y triplican por intereses económicos.
En este sentido, para llegar a todo el mundo es necesario que se deje de hacer negocio con la infraestructura y evitar los monopolios a través de una red neutral y común que permita a cualquier operadora ofrecer sus servicios.
Al margen del circuito comercial dominado por las operadoras tradicionales, la Fundación Guifinet coordina una red libre y abierta formada por una infraestructura común que permite reducir los costes de acceso y ofrece un entorno neutral: la Red Abierta Libre y Neutral (RALN). A partir de esta proyecto colaborativo entre municipios donde la red se comparte como un bien común, en las Garrigues, Ribera de Ebro y Terra Alta (Cataluña) han desarrollado la Red Greta y en Zumaia (País Basco), la Fibra óptica comunitaria de Zumaia.
¿Cómo poner freno a la desconexión generada por la brecha digital?
A nivel europeo, la UE se había fijado como objetivo (dentro de su Estrategia 2020) el despliegue de la fibra en toda Europa, y a pesar de que el servicio ha mejorado, como ya hemos comentado, siguen existiendo zonas sin esta tecnología.
Otras organizaciones como la ONU defienden un acceso a internet de todas las personas y, por tanto, que el acceso a la tecnología se convierta en un derecho universal.
Pero, ¿cómo convertir esta voluntad de universalización en una realidad? Acciones como las que a continuación exponemos ayudarían a reducir la brecha:
- La mancomunación de servicios y las redes de consumo compartido son iniciativas que cada vez se extienden a más territorios de todo el estado y que están demostrando ser eficientes y sostenibles para garantizar un acceso universal a internet y a la energía.
- Fomentar medidas y políticas que permitan a todas las personas hacer un uso autónomo, independiente y responsable de internet.
- Asegurar que toda política de acceso a internet incorpore:
– una cobertura de internet que llegue a todo el territorio sin dejar “agujeros negros”.
– acceso a dispositivos y conexión según las necesidades de las personas y teniendo en cuenta su vulnerabilidad socioeconómica.
– acompañamiento en los procesos de alfabetización y desarrollo de competencias digitales.
En Somos Conexión tenemos como objetivo contribuir en alguno de estos ámbitos de actuación como la cobertura territorial, la alfabetización digital o el uso responsable y autónomo de internet. Aunque para el grueso de la población, la problemática de la brecha digital puede parecer muy lejana, estamos hablando de una realidad muy extendida. Una realidad que no ocupa tantos titulares como otros problemas, pero que tiene efectos perversos a largo plazo muy difíciles de visibilizar y cuantificar. Es trabajo de todos tratar de cerrar esta brecha para avanzar hacia una sociedad más igualitaria y justa.