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El papel de las aplicaciones de control parental como herramienta de acompañamiento

  • Som Connexió

Lo sentimos, este artículo no va sobre “cuál es la mejor aplicación de control parental”.

Pero lo que sí que encontraréis son nuestras reflexiones sobre el uso de estas herramientas que, si bien entendemos pueden ser útiles como apoyo para la tarea educativa que tenemos como adultas referentes de nuestras hijas e hijos, consideramos crucial hacer de ellas un uso consciente, que tengamos presente que no puede ser la única forma de gestión del problema, y que no tendríamos que hacerlas servir bajo una lógica de vigilancia y control. 

Últimamente, estas aplicaciones se han convertido en uno de los temas más recurrentes en los talleres y charlas que llevamos a cabo. Gracias a todo el trabajo realizado desde la cooperativa para acompañar a familias en el uso del móvil y la relación con las pantallas de los niños y adolescentes, en Somos Conexión hemos establecido contacto con muchas adultas preocupadas con este tema.

“Todo esto está muy bien, pero ¿qué aplicación instalo? ¡Y cómo la uso?!” Nos pedís.

Es cierto que estas aplicaciones, dentro del equipo Infancia y Pantallas de la cooperativa (desde donde hemos hecho las guías Guía para familias crueles y malvadas, Despantállame!, entre otros recursos educativos), aún siendo conscientes de que existen, nos hemos resistido en un inicio, a considerarlas como una opción. Pero hablando con muchas de vosotras, hemos visto que, ante la alarma creciente, no podemos darles la espalda. Y hemos decidido investigar para poder responder algunas preguntas al respecto.

¿Qué son y cómo funcionan las aplicaciones que activan el control parental en los dispositivos móviles?

Como ya sabréis, existe control parental ya incorporado a sistemas operativos y plataformas de contenido audiovisual, pero el control más completo lo encontramos en aplicaciones independientes. Aunque estas aplicaciones acostumbran a ofrecer una versión gratuita con las utilidades más esenciales, estas son siempre insuficientes y nos llevan a la necesidad de hacer un pago para disfrutar de todas sus características. Por lo que se refiere a sus funciones , estas apps tienen diversas formas de controlar el uso de los móviles que hacen los niños y adolescentes. Algunas son:

  • Filtros de páginas o palabras clave en los buscadores
  • Control de tiempo de uso, que permite bloquear el móvil a cierta hora
  • Bloqueo de aplicaciones
  • Monitoreo de la actividad, que genera estadísticas de su uso
  • Bloqueo de llamadas o mensajes a números de teléfono concretos
  • Geolocalización del dispositivo, fijar un perímetro del que no puede salir y emitir un aviso en el móvil del padre o la madre cuando lo haga, o incluso puede avisar cuando al hijo o hija se le está a punto de terminar la batería de su móvil para recordarle que la cargue

Podríamos analizar qué aplicaciones son más eficientes en unas funciones o cuáles en otras, pero en Somos Conexión no queremos ser prescriptoras de ninguna aplicación de control. Ya hay muchos artículos que hablan de qué es el control parental, y de qué apps son mejores o peores. También podéis encontrar un listado completo con descripción de cada herramienta en la web del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE).

Antes, acompañemos y eduquemos en el buen uso de la tecnología

Ante todo, nos parece importante transmitiros tranquilidad. No es extraño ni nuevo sentir miedo frente a los cambios, y querer “controlar” las posibles consecuencias.

«Sea el problema o el reto educativo que sea, siempre aparece este tipo de pánico por parte de los adultos», explica Jaume Funes, psicólogo, educador y periodista. Especializado en las dificultades sociales y educativas que enfrentan a adolescentes y jóvenes, el autor reflexiona sobre cómo la aparición de las redes sociales y los teléfonos inteligentes ha agudizado este miedo. «Es un universo donde las niños, niñas y adolescentes se mueven muy rápidamente y, en cambio, “es muy desconocido por los padres y madres”, afirma. «Rápidamente nos surgen las preguntas: «¿cómo controlo esto?», o “¿cómo protejo a mi hija o hijo de este problema?”.

Además, “vivimos una vida tan ajetreada, con tantas obligaciones y exigencias, con tantos caminos que nos llevan al agotamiento, ¡que es muy difícil hacer de padres y madres!», añade Mercè Botella, psicóloga y cofundadora de Somos Conexión. Delegar el acompañamiento en una aplicación de control parental se puede mostrar como la opción más viable.

Pero nosotras, teniendo en cuenta que es casi una heroicidad, y sabiendo que es muy posible que nos equivoquemos, os animamos a hacer el esfuerzo de no caer y ser arrastradas por la dinámica, y que exploréis todos los recursos a vuestro alcance antes del control parental. Priorizando, poniendo conciencia en la vida que queremos construir por las más pequeñas, apostando por acompañar y educar en el uso de la tecnología.

Estamos educando en un mundo digital, y en cierto modo debemos poder acompañar a las más jóvenes en su descubrimiento. A “construirse”, como apunta Jaume Funes, “una identidad fuerte tanto fuera como dentro del entorno digital”, al adquirir conocimiento de cómo funciona el Internet, y criterios para discernir autónomamente su uso.

control parental

¡El control parental lo hacen las familias, no una app!

Una de las primeras cosas que debe servirnos de punto de partida es que las aplicaciones son un soporte, una herramienta que puede ser útil para las adultas. Pero, como nos advierte Mercè Botella,«no se trata de delegar el trabajo educativo a una aplicación».

Si lo hacemos, estamos dando un mensaje contradictorio: «la tecnología se puede hacer cargo de lo que haría yo», precisamente en una etapa (la infancia y la adolescencia) en la que es muy importante que reciban atención y se sientan escuchadas y acompañadas.

Por otro lado, como explica Funes, «el control y la prohibición que implica utilizar las aplicaciones de control parental, por sí sola, no ayudará a cuidar y proteger. Y menos en el caso de las y los adolescentes. Saben mucho y pueden encontrar maneras de saltarse esta vigilancia bastante fácilmente». Por tanto, no podremos influir o educar en la gestión de la relación con las tecnologías sin una fuerte implicación por parte de las adultas.

Otro tema importante es tener en cuenta que debemos no solo “fijarnos en el aparato”. El educador nos propone un ejercicio de imaginación: «en poco tiempo todos los alumnos llevarán un reloj con mayor capacidad de procesamiento de datos que el que tiene el ordenador de su clase… ¿Qué haremos entonces?»

Jaume Funes insiste en ello, en poder ajustar la gestión que hacemos, y poder ayudar en el desarrollo de la autonomía. Nos sigue haciendo preguntas: «¿Necesita un niño de 10 años un aparato para gestionarlo solo, autónomamente? No. No lo necesita. ¿Quiere decir esto que le podemos dejar navegar por internet? No, significa que puede hacerlo en compañía de otros, con adultos o con amigas y amigos. Es decir, lo que necesitamos poder regular y ajustar es el nivel de autonomía para gestionar una determinada tecnología y cuál es el nivel de soledad en el que puede utilizarlo. Siempre según la etapa de madurez y la capacidad crítica de cada una/o».

Ahora bien. Nosotros somos de la opinión que si no tienes más remedio que dejar que utilicen el móvil y no puedes hacerlo bajo supervisión o sin acompañamiento, mejor utilizar una aplicación que ponga estos límites en nuestro lugar. ¡Es mejor eso que nada!

También hay que aclarar que la intención no es demonizar a todas aquellas familias que han optado por instalarlas en el móvil de sus hijos e hijas (¡que sois muchas!), sino recomendaros que, siempre que podáis estéis pendientes mientras lo utilizan, y que vayáis charlando con ellas y ellos.

Acompañamiento sí, vigilancia no

Partiendo de esta realidad, del hecho que muchos niños y adolescentes ya tienen móvil, y que en su móvil ya hemos instalado estas aplicaciones que  supervisan el uso que hacen, consideramos clave tener algunas indicaciones para hacer un acompañamiento, entendiendo las apps, como una herramienta a disposición de la tarea educativa.

En primer lugar, habría que compartir con las hijas y los hijos, los motivos y los objetivos de esta decisión.

Es decir, intentar que sea decisión compartida entre las adultas y las no adultas de la familia. Sin escondernos ni utilizarlo como elemento de control y vigilancia, sino hacerlo entender como algo que nos ayudará a todas a avanzar en el descubrimiento del uso de los móviles. Mientras no nos podemos autorregular, hay que considerar elementos externos que nos ayuden.

Por tanto, es clave hacerlo desde la voluntad de hacer más progresivo el camino: para tender hacia poner cada vez menos restricciones. Teniendo en cuenta que, si de entrada prohibimos, controlamos y coartamos la libertad de ser curiosas, cortamos también la posibilidad de entender los riesgos y peligros.

En este sentido, Mercè Botella opina que «prohibir o limitar antes de poner a debate con los niños y jóvenes el uso de la herramienta, nos hace perder oportunidades de aprendizaje para todas». Utilizar la herramienta de control parental no nos exime de este proceso de ir poniendo en diálogo el riesgo que comporta el uso de los móviles  y el camino hacia la autonomía en su uso. Ella lo explica como una tensión: “si proteges mucho, pierdes oportunidades de aprendizaje, si proteges poco, hay muchos riesgos”.

Así pues, ella recomienda buscar momentos para revisar juntas su uso, hacer preguntas, hablar de cómo se han oído, qué han observado. Preguntar abiertamente y con naturalidad a las hijas e hijos sobre las actividades que han realizado en Internet…

Si hacemos el control o si les miramos el móvil a escondidas, si no damos feedback, también estamos reforzando que ellas se escondan, busquen maneras de escapar del control, y que sientan que desconfiamos de ellas. Recordad que: no estamos vigilando a nuestras hijas, las estamos acompañando y ayudando, y así se lo tenemos que explicar.

Y por último, otro aspecto que queremos destacar, es que cuando instalamos estas aplicaciones, debemos tener en cuenta que estas o bien pertenecen a las grandes empresas tecnológicas como Google, o bien son opciones de plataformas de consumo audiovisual como Disney+, Movistar, o bien son aplicaciones con un objetivo lucrativo.

¿Qué significa esto? Por un lado, que sacan un rédito económico de esta urgencia y preocupación. Y por otro, que no solamente estamos controlando nosotros, sino que las mismas apps también controlan, extrayendo datos e información del uso que hacen las niñas y adolescentes del teléfono móvil, y que precisamente les puede servir para seguir desarrollando sus negocios.

¡Vender herramientas de control parental les es un buen negocio!

¿Cómo lo hacemos? Con confianza, pactos de uso y recuperando la comunidad

Como decíamos al principio, no tiene mucho más secreto que comunicarnos abiertamente, y poner en diálogo los motivos para que utilicemos el control parental. Así reforzaremos que entiendan la herramienta y no quieran huir, sino que le ayude a avanzar hacia un mayor autocontrol y conciencia.

La apuesta, siempre, si es que habéis optado por hacer uso de estas aplicaciones, debería ser la de “tender hacia cada vez más intimidad y privacidad”, como explica Mercè Botella, que recomienda también “permitir tender a más tiempo de uso, cuando se haya avanzado en el uso más consciente y “responsable”.

A continuación os damos algunas ideas, pero seguro que encontraréis la manera de hacerlo en vuestra casa:

  • ¡Hagámoslo todas juntas! No podemos exigir o imponer un uso de móviles si no somos ejemplo. Por tanto, os proponemos que antes, revisad cómo lo hacéis vosotras. Además, este es un buen comienzo: sentaros toda la familia y haced controles y acompañamientos mutuos: ¡ofreced a vuestras hijas e hijos someteros a las mismas aplicaciones de control, y realizad un seguimiento conjunto de vez en cuando!
  • Pactos de uso. Acordamos con los niños y adolescentes las horas, el tiempo y el tipo de control parental que instalamos, así como la supervisión que haremos. En la web del Instituto estatal de ciberseguridad, EL INCIBE, puede encontrar algunas ideas. Y también en nuestra «Guía para familias crueles y malvadas» os proponemos ya un pacto listo para utilizar, y que puede ajustarse a las necesidades que tenga!
  • Hagamos comunidad. Si no llegáis solas (¡que es normal!), mirad a vuestro alrededor, cread una red entre todas para hacer posibles formas alternativas. Seguro que tenéis cerca a muchas familias en la misma situación, con las que podéis hacer red para reflexionar sobre ello y actuar conjuntamente. Os proponemos que conozcáis ejemplos de redes organizadas en pueblos y barrios, que están encontrando maneras de hacer este “control parental” de forma colectiva y comunitaria, como Altxa Burua en Tolosa, y Reconnecta’t, de Cardedeu.

Y no olvidéis que a pesar que el pánico os invada y tengáis la necesidad de controlar y vigilar, el sentido de todo esto es mirar a vuestras pequeñas, ponerlas en el centro de su propio proceso, y querer acompañarlas en el uso de esta tecnología. ¡Es un reto más de todos los que afrontaremos en esta aventura de criar y educar!


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