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Proyecto UNA: "si internet no tuviera potencial revolucionario, no lo querrían controlar" y la portada de su libro Leia, Rihanna y Trump.

La mirada antifascista y feminista de Proyecto UNA

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¿Imaginas un Internet que no promueva la adicción a las pantallas? ¿Que no sea un vehículo, difusor y replicador de los discursos de odio y el acoso? ¿Puedes imaginar un Internet en el que “las comunidades que lo habitan decidan cómo relacionarse con ellas”? ¿Que “contribuya al desarrollo libre de las personas”?

Proyecto UNA lo hace. Este colectivo de escritura imagina un Internet en el que es posible todo esto. Analizan el entorno digital, rescatan y proponen formas más comunitarias, emancipadoras y transformadoras de vivirlo. Apuestan por seguir teniendo presencia en un Internet hostil y mercantilizado. No quieren renunciar al Internet.

En los últimos años, han hecho mucho trabajo por visibilizar cómo nos relacionamos a través de las redes y sus efectos en nuestras cotidianidades; los mecanismos que han permitido a la extrema derecha desplegarse en Internet, y cómo el machismo ha reaccionado a un feminismo que se ha esparcido gracias a la cultura popular. Y lo hacen mediante el lenguaje y los formatos propios de la generación milenial, como los memes y publicaciones en redes sociales.

De todo esto hablan en esta entrevista. Son un proyecto con el que nos sentimos alineadas y creemos que tenemos la responsabilidad, como cooperativa que apostamos por unas telecomunicaciones conscientes, de acercaros a su mirada y propuestas.

Para conoceros un poco más…

¿Quién sois o qué es Proyecto UNA? ¿Por qué ese nombre?

Somos un colectivo de escritura que investiga la tecnología y la cultura digital con perspectiva feminista y antifascista.

Nuestro nombre viene de un personaje femenino de la serie Star Trek que sacaron del proyecto original porque consideraban que era «demasiado improbable que el público se identificara con un personaje femenino fuerte». ¡Y eso a pesar de que Star Trek siempre ha sido una serie con fuertes valores progresistas!

Este personaje se llamaba Número 1, y permaneció en un cajón durante décadas, pero hace unos años se recuperó. Este hecho simboliza, para nosotras, los cambios que la cultura pop ha ido haciendo gracias al impulso del movimiento feminista.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                

¿Cómo nacéis y crecéis como colectivo? ¿Cuál es vuestra intención en el momento de fundaros? ¿Sigue vigente este objetivo?

Nos constituimos para presentarnos a la beca de escritura que hace la editorial Descontrol en 2019, que se convirtió en nuestro primer libro, «Leia, Rihanna & Trump».

Nuestra intención era poner el foco sobre ciertos temas que considerábamos que en ese momento no estaban siendo suficientemente tratados: la transformación de la cultura pop, la creación de identidades en torno al fandom e Internet, y cómo esto se relacionaba con el auge del feminismo y el fascismo…, y dar herramientas de análisis a los movimientos sociales.

Años después, parece que cada vez se hable más de todo esto. Estamos contentas de haber podido aportar nuestro granito de arena.

Meme: "internet no es una plaza pública

¿Cuál es vuestra relación con el mundo digital? ¿Cómo lo navegáis? ¿Qué parte de vuestras vidas ocupa? ¿Ha cambiado con el tiempo?

Nos sentimos como en casa en el folklore digital. Hoy en día encontramos absurdo separar el mundo digital de lo analógico porque ambos son reales y se retroalimentan.

Llevamos muchos años, desde la época de los foros online hasta la de las grandes redes comerciales, que cada vez parecen estar más de capa caída. Hemos vivido los cambios: antes el intercambio era más importante que la monetización, y el anonimato (que nosotros queremos mantener) era mucho más común. Ahora, sin embargo, las grandes plataformas monopolísticas han instaurado el culto a la marca personal y la obsesión por cuantificarlo todo.

 

Sobre lo que escribís

Analizáis y escribís sobre cómo se consolidan y se mueven las comunidades en el entorno digital. ¿Qué sitio tiene el fascismo en este mundo actualmente? ¿Cómo se está abriendo camino la ultraderecha en Internet? ¿Qué estrategias utilizan?

La ultraderecha prolifera en Internet porque también lo hace en el mundo analógico. Existe una crisis económica y ecológica que el capitalismo no puede solucionar, y en lugar de enfrentar horizontes emancipadores que pongan en cuestión el sistema, prefiere la opción del fascismo, que nunca pone en peligro las viejas estructuras de poder. Funciona como su sistema inmunitario.

Además, el fascismo encuentra fuertes aliados entre los CEO (dirigentes) de empresas californianas, a los que no les importa alojar o promover odio e intolerancia a través de sus algoritmos y redes, siempre que generen tráfico y engagement.

En los peores casos, como el de Elon Musk (fundador y/o directivo de empresas como SpaceX, Twitter, Tesla… y la segunda persona más rica del mundo) o el de Peter Thiel (cofundador de PayPal y uno de los primeros inversores de Facebook), su ideología y el darwinismo social del que hacen gala les acerca mucho a postulados turboconservadores.

Mem: "no te olvides que internet se construyó

En vuestro primer libro “Leia, Rihanna y Trump” abordabais el auge del feminismo, de cómo se ha acogido en el marco de la cultura popular, y de las reacciones del patriarcado frente a esto, sobre todo cómo se ha desplegado en las redes sociales.

El feminismo ha sido el movimiento social más poderoso de los últimos años, lo que ha supuesto un cambio en el sentido común. Algunos hombres han visto cuestionadas ciertas cosas que consideraban que les correspondían por derecho natural y, como todos los cambios, comporta una reacción.

Quien no ha querido entender que el feminismo propone cambios positivos para el conjunto de la sociedad, se ha sentido atacado. Y este sentimiento se ha cultivado en torno a comunidades en las redes.

También han aparecido personajes que han instrumentalizado estos malestares para intentar sacarles rédito político o económico. Mezclan quejas que van desde la incapacidad de aceptar la diferencia a la nostalgia de un pasado supuestamente idílico, y muchas veces actúan en enjambre, practicando el acoso y el troleo.

El ll

 

Asimismo, Internet ha sido un espacio de difusión y democratización de imaginarios transformadores (los feminismos, por ejemplo), y de organización de comunidades que desean incidir y cambiar el sistema desde los márgenes o desde posiciones subalternas. ¿Cómo analizáis esto? ¿Puede ser el entorno digital el escenario de un futuro paradigma organizativo en el que se despliegue una acción política transformadora?

Internet es una estructura y un espacio sociopolítico, y como en cualquier otro, debemos estar ahí y batallarlo. Si no lo hacemos, la hegemonía neoliberal ocupará todo el espacio.

Si vemos Internet como herramienta, esta ha mejorado y facilitado mucho nuestras vidas. Basta con ver proyectos como Wikipedia, o pensar en la posibilidad de que gente diferente en todas partes del mundo se haya podido encontrar, reconocerse y construir nuevos imaginarios comunes.

Estamos convencidas de que la ética hacker y el pensamiento del software libre todavía nos puede enseñar mucho sobre cómo entender el mundo más allá de jerarquías económicas.

Sin embargo, no somos tecnosolucionistas. No existe ninguna varita mágica que pueda poner fin a siglos de injusticias de un día para otro mediante una tecnología innovadora. Eso sí, si el mundo digital no tuviera potencialidades revolucionarias, no existiría esa obsesión por regularizarlo, vigilarlo y monopolizarlo por parte de las grandes empresas y los estados.

 

¿Creéis o apostáis por otros espacios para llevar a cabo este activismo?

No puede existir activismo exclusivamente en la esfera digital, al igual que no tiene sentido dejar de lado las posibilidades comunicativas que nos dan internet y la cultura creada a su alrededor. Cada vez más, la gente se está ideologizando y radicalizando mediante la red.

A nadie se le ocurriría no utilizar todos los medios que tiene a su alcance para hacer llegar un mensaje. Al igual que cuando se inventó la imprenta se utilizaban las octavillas, ahora utilizamos los memes. Sin embargo, nos gustaría que los colectivos politizados abandonaran poco a poco, al menos para su comunicación interna, las plataformas de la Big Tech, en favor de otras más libres.

¿Sois más o menos optimistas que hace un tiempo sobre que este tema?

Tenemos la obligación de ser optimistas, porque de cinismo el mundo va sobrado, y con pesimismo nunca se ha hecho la revolución.

En una sociedad obsesionada con el colapso, incapaz de imaginar un mundo más allá del capitalismo, lo mínimo que podemos hacer es utilizar nuestra imaginación para pensar en otras formas de vivir.

Sobre su actividad en redes

Está sobre todo en Instagram y en Twitter. Cómo subvertís desde dentro la experiencia de “centro comercial” que es para vosotras el uso de estas plataformas?

También existimos en Mastodon, por ejemplo. Pero hemos escogido ser estos «centros comerciales» porque atraen muchísima atención a escala propagandística y son un espacio formativo para gran parte de la población. Consideramos que dejar de existir en estos espacios significa resignarnos a que sean siempre las mismas voces las que resuenen.

Nos gusta pensar que podemos ser algo parecido a un glitch (se podría decir que la forma en la que utilizamos IG, manteniendo el anonimato, no es la que pretende la plataforma), pero somos conscientes de que escapar de estas lógicas de la «marca personal» no es solo una decisión individual. 

De hecho, lo que realmente nos gustaría sería una huelga general indefinida de las usuarias de estas redes, pero entendemos que, de momento, no es posible. Mientras tanto, nos queda intentar refuncionalizar las herramientas del dueño para destruir su casa, a la vez que paralelamente construimos alternativas.

Somos muy fans de los «memes» que usáis en las redes. ¿Por qué esta propuesta de comunicación?

Porque nos gusta. Porque el meme tiene un potencial afectivo que no tiene otra forma de comunicación.

Cuando tú ves un meme, primero te relacionas con él desde la identificación y el humor, y esto nos permite hacer ciertas proclamas que de otro modo podrían no ser tan bien recibidas, o serían más inaccesibles. Además, la cultura me replantea el concepto de autoría, es muy democratizadora.

Un meme es netamente anticapitalista y popular porque solo tiene sentido si se comparte libremente. Y cualquiera puede hacer un meme, no hace falta ningún tipo de experiencia previa o conocimiento muy específico.

 

¿Tenéis otras formas de trasladar vuestra mirada aparte de libros e internet? ¿Dónde más os podemos encontrar?

Nos gusta mucho que nos llamen para dar charlas y talleres. Hemos realizado actividades formativas para grupos y colectivos de todo tipo, tanto a nivel comunicación digital como explicando fenómenos como la machosfera. La mejor parte de nuestro trabajo han sido los contactos y amistades que hemos realizado durante este camino

 

¿Hay algo que queráis añadir? ¿Nos recomendaríais lecturas o cuentas en las que seguir profundizando en este tema?

Siempre defendemos que una forma de hacer de internet un sitio mejor es practicar el apoyo mutuo. Por eso siempre alentamos a todo el mundo a que siga y comparta el trabajo de quien hace discurso político o cultural interesante y está en internet comiendo hate (sobre todo mujeres, gente racializada o LGTBI+).

Creadoras como Cuellilargo, Alba Lafarga, Estela Ortiz, PutoMikel, Sara Riveiro, Chinicuil, Judith Memvibres, sadBpm, Infusión Ideológica, Chtnomicon, Shine McShine, Laura Tabarés, Eudald Espluga, Ainhoa Marzol, Reinas y Repollos, Ofelia Carbonell, Blissy, Mozo Yefimovich o Dani Minchekewun.

Y también reivindicamos el trabajo de colectivos como ArsGames, Donestech, PosApocalipsis Nave, Espais Valencia, Ontologías Feministas, Las Escritoras de Urras o Algorights

 

Así como ella recomiendan tantas otras propuestas compañeras, nosotros no podemos dejar de insistir en que le hagáis una visita a alguna de sus cuentas, para comprobar cómo un análisis y crítica rigurosos no están reñidos con el humor y la accesibilidad de formatos para todas.

Y para ir un poco más allá, el libro Leia Rihanna y Trump (Descontrol) o sus artículos en El Salto son lecturas indispensable para entender su propuesta de mirada hacia el Internet y todos sus rincones y capas.

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